Historias
30/01/2024

Prevenir para proteger: cuando un trasplante se puede evitar

Ángela es mamá de una niña de doce años con trasplante renal, producto de una infección urinaria no tratada a tiempo. A través de su experiencia podemos constatar que algunas enfermedades renales crónicas se pueden evitar y su testimonio es una alerta a madres y padres de niñas y niños que han presentado una infección urinaria, fiebres regulares, malestar, pérdida de apetito y otros síntomas.

Ángela Hidalgo vive en Panguipulli, Región de los Ríos y nos comparte su conmovedora historia como madre de tres hijas y actualmente como madre cuidadora ya que la menor de ellas fue diagnosticada con insuficiencia renal en etapa terminal debido a una nefropatía. Su travesía, marcada por diagnósticos tardíos y desafíos médicos, destaca la importancia de la prevención y el apoyo en situaciones de enfermedades renales.

La odisea de Ángela comenzó en 2017 cuando su hija menor, Tania, fue diagnosticada en etapa terminal a causa de una infección urinaria no tratada a tiempo. A sus 12 años, Tania ha tenido que enfrentar el peritoneo diálisis y un trasplante renal realizado en el Hospital Ezequiel González en abril de 2019.

Ángela, al narrar su experiencia, destaca la necesidad de concientización sobre los síntomas y la importancia de actuar rápidamente ante posibles problemas renales en niños. La infección urinaria que afectó a Tania desde los 10 meses se manifestó con fiebres persistentes y malestar, pero, lamentablemente, no recibió el tratamiento adecuado a tiempo: “Uno confía en lo que el doctor le dice”, comenta Ángela, subrayando la importancia de cuestionar y buscar segundas opiniones si es necesario. Después de años de diagnósticos tardíos, Tania fue trasplantada gracias al donante vivo, su propio padre.

Asimismo, una dificultad adicional para los pacientes que viven en regiones es tener que buscar alojamiento cuando hay que viajar a Santiago para visitar a los especialistas y realizar tratamientos. “Contar con la Casa de Acogida es maravilloso, lo mejor que nos pudo pasar fue llegar acá”, afirma Ángela. La Casa MATER ha brindado a la familia un lugar seguro y cercano al hospital, aliviando las preocupaciones logísticas y permitiéndoles centrarse en el tratamiento de Tania.

Esta valiente madre insta a otros padres a tomar en serio los síntomas de infecciones urinarias en sus hijos, a preguntar y buscar información. “Lo ideal sería prevenir”, comenta Ángela, destacando la necesidad de concientización y educación sobre la salud renal infantil. Ángela concluye su relato compartiendo su esperanza en el tratamiento de Tania y agradeciendo el apoyo recibido. Su historia sirve como testimonio de la importancia de la prevención y el cuidado temprano para evitar complicaciones en la salud renal de los niños.

Más artículos

Ahora puedes compartir tus mejores deseos de una manera especial y solidaria. Con nuestras nuevas tarjetas de saludo digital, cada mensaje que envíe también será un gesto de apoyo para los niños de Corporación MATER.
En un esfuerzo conjunto entre MATER, sociedades médicas y el Servicio de Salud Los Ríos, este operativo abarcó tres hospitales de la zona sur, resolviendo cirugías de baja complejidad en pacientes pediátricos. La iniciativa no solo avanza en la reducción de listas de espera, sino que también refuerza el acceso equitativo a la salud infantil, asegurando atención oportuna para quienes más lo necesitan.
“Fue muy duro. Al principio pedía un milagro, me negaba, no quería un trasplante. Estaba preocupada de que mi hija aceptara el trasplante, pero todo pasó muy rápido después del diagnóstico. Finalmente, fue trasplantada a tiempo”
“Mi hija nació con reflujo vesicoureteral. Nunca supimos de esta complicación hasta que se presentó la primera infección a los seis meses de edad. La llevé al Hospital Exequiel González Cortés, luego al urólogo y después a la MATER. Hoy mi hija Martina tiene 8 años. Desde entonces he venido para exámenes y terapias kinesiológicas. Al principio debía venir más de una vez a la semana, luego fue bajando la cantidad de sesiones y ahora venimos cada 3 semanas.
“No practico ninguna religión, pero siempre he tenido mucha fe. Mucha fe en Dios y en la Catita, mi hija. Ella nació con sus riñones malos y al poco tiempo debieron quitarle uno. Antes de su primer cumpleaños ya había pasado once veces conectada a un respirador mecánico. Frente a eso temíamos lo peor, pero siempre se aferró a la vida. ¿Cómo no tener fe en ella entonces?
Mi hijo sabe que lleva consigo algo mío y lo cuida muchísimo. Me saco el sombrero por él, porque tiene muy clara su condición y la importancia de seguir el tratamiento médico y farmacológico al pie de la letra.