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Psicología: Problemas emocionales en el niño enfermo crónico

Por Arantxa Rivadeneira, Psicóloga de Corporación Renal Infantil MATER.

 

El niño que padece de una enfermedad médica seria, corre el riesgo de desarrollar problemas emocionales relacionados con su enfermedad.

A diferencia de los niños que tienen enfermedades temporales, como la influenza, el niño con una enfermedad crónica tiene que enfrentarse a la realidad de que la enfermedad no va a quitársele y que hasta puede ponerse peor.

Muchos profesionales de la salud mental, indican que la mayor parte de estos niños al principio se niegan a creer que están enfermos y después sienten culpabilidad e ira.

El niño pequeño que no es capaz de entender por qué se enfermó puede asumir que está siendo castigado por ser “malo”. El/ella se puede enojar con sus padres y con sus médicos porque no pueden curar la enfermedad. Puede reaccionar fuertemente si lo miman mucho, si lo embroman, o si recibe cualquier otro tipo de atención.

Los tratamientos incómodos y las restricciones a su dieta o actividades pueden amargarlo y hacerlo reservado. Para ayudar al niño a manejar la enfermedad es importante darle información sincera, precisa y apropiada para su edad, para así ayudarlo a que pueda entender.

El adolescente con una enfermedad de larga duración o crónica puede sentir que lo conducen en direcciones opuestas. Por un lado debe ocuparse de su problema físico, lo cual le requiere depender de sus padres y médicos. Por otro lado, el adolescente quiere ser independiente y participar con sus amigos en varias actividades. Cuando el adolescente con una enfermedad crónica trata de disminuir o de dejar de tomar sus medicamentos sin consultar con el médico, ello demuestra un deseo normal de un adolescente quien quiere demostrar que tiene control de su propio cuerpo.

Las enfermedades crónicas pueden causarle problemas en la escuela incluyendo el tratar de evitar asistir a ella. Esto puede aumentar su soledad y hacerlo sentirse diferente a los otros niños. Es importante que los padres ayuden al niño a mantener una rutina lo más normal posible. Los padres que quieren ayudar a su hijo en todo lo posible deben de estar conscientes, no sólo de su enfermedad, sino también de sus dotes o talentos.

Si se tiende a aislar o sobreproteger al niño, él nunca aprenderá a socializar o tendrá dificultad en separarse de los padres cuando sea tiempo de participar en actividades escolares y fuera del hogar. El estar en contacto con otras personas que se han adaptado a vivir con una enfermedad crónica puede ser muy beneficioso para el niño.

Durante los períodos prolongados de hospitalización y/o de recuperación en la casa, los niños pueden desarrollar excelencia en una afición (hobby), o desarrollar un talento especial, como el arte, los modelos de aviones, u otros idiomas. También pueden tratar de aprender todo lo relacionado con su enfermedad. Estas actividades son saludables desde el punto de vista emocional y deben de estimularse.

Los niños con enfermedades crónicas reciben la atención de un equipo de especialistas médicos. Este equipo incluye a menudo un psicólogo de niños y adolescentes, quien podrá ayudar al niño y a la familia a desarrollar un sistema de vida emocionalmente saludable ante la enfermedad y sus efectos.